LABREGANDO.GAL – 07/05/2023
La agricultura y ganadería regenerativas están cobrando fuerza en España y podrían ser clave para combatir la sequía. Estas prácticas se posicionan como opciones asequibles y efectivas para revitalizar explotaciones agrícolas, mejorando la función natural del suelo. Expertos aseguran que estos enfoques pueden fortalecer la resiliencia de los ecosistemas y sistemas alimentarios, además de contribuir a la soberanía alimentaria y brindar oportunidades a la población rural.
La agricultura regenerativa busca armonía con la naturaleza al integrar suelo, plantas y animales de manera productiva y beneficiosa. Se basa en técnicas como el manejo integral, que mejora la gestión de recursos agrícolas de forma sostenible y regenerativa. Sus principios fundamentales incluyen protección del suelo, diversidad, mantenimiento de plantas y raíces vivas, integración de ganado y promoción de relaciones entre ecosistemas, entre otros.
A diferencia de la agricultura sostenible, que busca mantener la productividad y crecimiento, la agricultura regenerativa se enfoca en restaurar y renovar sistemas naturales afectados por la actividad humana. Sus beneficios son múltiples, como mejorar la salud y fertilidad del suelo, reducir el uso de insumos sintéticos, combatir el cambio climático y aumentar la calidad y rendimiento de cultivos.
La agricultura regenerativa puede combatir el cambio climático al revertir la degradación del suelo y promover el secuestro de carbono. Prácticas como cultivos de cobertura, rotación de cultivos y labranza reducida pueden aumentar la materia orgánica del suelo y, por ende, su capacidad de almacenar carbono. Al mejorar el ciclo del agua y promover biodiversidad, también contribuye a mitigar los efectos del cambio climático.
Algunas prácticas regenerativas incluyen la plantación de cultivos de cobertura e intercalados, reducción de labranza, disminución del empleo de fertilizantes y pesticidas sintéticos, pastoreo regenerativo y reciclaje de desechos agrícolas. Estas prácticas fomentan ecosistemas saludables y pueden ayudar a enfrentar los desafíos del cambio climático, promoviendo sistemas alimentarios sostenibles y resilientes.
• El papel de la ganadería regenerativa en la lucha contra la sequía
La ganadería regenerativa también desempeña un papel crucial en la lucha contra la sequía y la crisis climática. Este enfoque integra el manejo del ganado en sistemas agrícolas de manera responsable y sostenible, mejorando la fertilidad del suelo y aumentando la capacidad de retención de agua.
El pastoreo rotacional, una práctica clave en la ganadería regenerativa, consiste en mover al ganado entre parcelas de pasto de manera planificada y regular. Este proceso permite que los pastos se recuperen, evitando la degradación del suelo y la erosión. Además, el estiércol del ganado actúa como fertilizante natural, enriqueciendo el suelo con nutrientes y mejorando su estructura.
La ganadería regenerativa también promueve la diversidad de especies animales y vegetales en un mismo espacio, creando sistemas simbióticos que favorecen la salud del ecosistema y la resiliencia ante eventos climáticos extremos. Esta diversificación reduce la presión sobre recursos naturales y disminuye la dependencia de insumos externos.
Al adoptar prácticas agrícolas y ganaderas regenerativas, los agricultores pueden reducir sus costos y mejorar su adaptabilidad a las fluctuaciones del mercado y las condiciones climáticas. Estas prácticas también pueden generar empleo en áreas rurales, fortaleciendo la economía local y reduciendo la migración hacia las ciudades.
A nivel social, la agricultura y ganadería regenerativa pueden mejorar la calidad y seguridad alimentaria, ya que se producen alimentos más nutritivos y libres de químicos dañinos. Además, al promover la soberanía alimentaria, estos enfoques pueden reducir la dependencia de importaciones y apoyar el desarrollo económico local.
En resumen, la agricultura y ganadería regenerativa ofrecen soluciones prometedoras en la lucha contra la sequía y la crisis climática en España. Estas prácticas tienen el potencial de revitalizar explotaciones agrícolas y ganaderas, mejorar la salud de ecosistemas, promover la soberanía alimentaria y brindar oportunidades económicas en áreas rurales. A través de la adopción de sistemas agrícolas más sostenibles y resilientes, podemos enfrentar los desafíos del cambio climático y asegurar un futuro más próspero y sustentable para todos.