Frente a la competencia de la ganadería industrial a gran escala, muchos pequeños ganaderos gallegos continúan adoptando el modelo de ganadería extensiva, en el que los animales pueden deambular libremente y se crían con una dieta a base de pastos naturales y otras plantas autóctonas.
Este tipo de ganadería, conocida como el modelo “de toda la vida”, no solo es más humano para los animales, sino que también tiene numerosos beneficios medioambientales. Como los animales pueden pastorear libremente, fertilizan la tierra de los montes gallegos y favorecen el crecimiento de la vegetación y pastos sanos. Esto, a su vez, ayuda a prevenir la erosión y a mejorar la retención de agua en la tierra, lo que puede contribuir a combatir los efectos del cambio climático.
Además, este modelo tradicional es más sostenible que las explotaciones industriales o macrogranjas. Como los animales se crían con una dieta sana, los ganaderos pueden reducir su dependencia de aditivos alimentarios caros y potencialmente dañinos. Esto no solo ahorra dinero, sino que también reduce la contaminación y los residuos generados por el proceso de cría.
Sin embargo, no está exento de dificultades. Como los animales campan a sus anchas, corren mayor riesgo de ser atacados por depredadores, como lobos y jabalíes. Los ganaderos deben estar atentos para proteger a sus animales y puede que tengan que invertir en vallas adicionales u otras medidas para mantenerlos a salvo.
A pesar de estos inconvenientes, muchos pequeños ganaderos se sienten atraídos por su sostenibilidad y sus beneficios medioambientales, y saben que es una alternativa viable a las explotaciones industriales. A medida que siga creciendo la demanda de carne y otros productos animales criados de forma sostenible, es probable que el modelo de ganadería de toda la vida siga prosperando en Galicia y otras regiones de España.