La Comisión Europea, en el marco del Pacto Verde Europeo, propone reducir a la mitad el uso de plaguicidas y fertilizantes y la venta de antimicrobianos.

Alrededor de 1,27 millones de personas murieron en 2019 en el mundo por infecciones bacterianas comunes que se han convertido en resistentes a los antibióticos, según un estudio publicado en la revista científica “The Lancet”.

Estos datos ponen en alerta frente al problema que supone el uso de antibióticos, una situación que ya preocupaba en la Unión Europea (UE) que ha comenzado a aplicar una nueva legislación para combatir la resistencia antimicrobiana, mediante la limitación del uso de los antibióticos para animales. El reglamento prevé una serie de medidas entre las cuales se recoge la prohibición del uso de antimicrobianos para promover el crecimiento y aumentar el rendimiento.

“En la estrategia ‘De la granja a la mesa’, nos hemos fijado un objetivo ambicioso y es reducir a la mitad la venta de antibióticos en la UE para animales de granja y acuicultura para 2030″, señaló la comisaria europea de Sanidad y Seguridad Alimentaria, Stella Kyriakides, en un reciente comunicado.

 

¿Qué es la Estrategia «De la Granja a la Mesa»?

Esta es una de las iniciativas clave en el marco del Pacto Verde Europeo para evolucionar del sistema alimentario actual hacia un modelo sostenible. Según la Comisión Europea esta transición hacia un sistema alimentario más respetuoso con el medio ambiente generará nuevas oportunidades de negocio que tendrán efectos positivos en los ingresos de los operadores del sector agroalimentario. ¿Cómo? Con propuestas legislativas para favorecer la agricultura ecológica, reducir el desperdicio de alimentos y clarificar en el etiquetado los alimentos sostenibles, así como las propiedades nutritivas en la parte frontal del envase.

La estrategia “De la Granja a la Mesa” se presentó en mayo de 2020 y sus objetivos clave son:

  • garantizar suficientes alimentos, y que sean asequibles y nutritivos, sin superar los límites del planeta;
  • reducir a la mitad el uso de plaguicidas y fertilizantes y la venta de antimicrobianos;
  • aumentar la cantidad de tierra dedicada a la agricultura ecológica;
  • promover un consumo de alimentos y unas dietas saludables más sostenibles;
  • reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos;
  • luchar contra el fraude alimentario en la cadena de suministro;
  • mejorar el bienestar de los animales.
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